sábado, 14 de mayo de 2011

Las tres dimensiones de la democracia. Marisol Hernández

La democracia. Marisol Hernández


























LOS VALORES DEMOCRÁTICOS. Marisol Hernández

En primer lugar, el pluralismo, que va  más allá de la simple tolerancia. Si bien la idea de tolerancia es la que se refuerza para oponerse a la de discriminación  (opuesto a la igualdad), tolerar es “respetar las ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a las propias”.               El pluralismo implica asumir la riqueza que las diferentes perspectivas, grupos, religiones e ideologías aportan a la idiosincrasia de la comunidad donde conviven. Una sociedad plural es aquella conformada por individuos o grupos diferentes entre sí, sin los cuales esa comunidad sería diferente a como es en realidad.
El segundo valor, es la responsabilidad, es el cumplimiento del deber. Para que una sociedad sea en verdad democrática, debe contar con ciudadanos, individuos que se hagan responsables de sus deberes individuales. Es cierto que, al ser ciudadano, tiene derecho a reunirse, a organizar una huelga, a expresar su opinión, a tener creencias (valores), a disponer de intimidad. Pero eso  obliga a escuchar,  a dialogar, a llegar a acuerdos, a negociar posturas con otros, a debatir – porque cada opinión vale –, a respetar otras reuniones, otras creencias, la intimidad del otro.
El tercer valor, a tener presente, es la participación. Participar es votar o sufragar (que es un derecho político), ir a actos públicos, proponer leyes. También se puede participar y estar activo dentro de un grupo, de cualquier organización civil –ya sea partido político, vecinal, religiosa, gremial, no gubernamental o de cualquier otra índoles  - con características e intereses propios.      Participar implica estar comprometido con alguna causa y defenderla, significa poder apoyar algunos proyectos y oponerse a otros.    El gobierno “del pueblo, para el pueblo y por el pueblo” implica una obligación.                         La participación es un valor clave para la consolidación, desarrollo y  solidez de la democracia. Al participar para construir, la protesta del ciudadano se legitima moralmente. Por el contrario, la protesta sin compromiso, la protesta sin propuesta sólo socava, no construye.
La institucionalidad es el cuarto valor. Las instituciones públicas son como las reglas de juego, como las relaciones de pareja: las partes deben cuidarse entre sí día a día, consolidándose como un todo. Puede haber: conflictos, disenso crisis, puede haber momentos incómodos; pero el ciudadano debe saber que defender las instituciones públicas es lo único que le garantiza estabilidad política. De otro modo, a la primera crisis las instituciones se desmoronan.
En definitiva, vivir en democracia, en convivencia, en paz es un objetivo común.
Marisol Hernández - Abogada

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