sábado, 28 de julio de 2012

El príncipe Capitulo XVII. Marisol Hernández. RELACIÓN ENTRE LA ÉTICA Y LA POLÍTICA

Crueldad y Clemencia. Reflexiones sobre el Capítulo XVII de El Príncipe. Marisol Hernández
DE LA CRUELDAD Y DE LA CLEMENCIA Y DE SI VALE MÁS SER AMADO QUE TEMIDO. Maquiavelo (1513).
















RELACIÓN ENTRE LA ÉTICA Y LA POLÍTICA
 Weber (1998), quien distingue entre una ética de la responsabilidad, la cual juzga  fundamentalmente por sus consecuencias más que por la intención de los actos, y una ética de la convicción, la cual deposita su fe y su único respeto en los valores morales.
Se profundiza solo el tópico de la ética de la responsabilidad por cuanto exige tomar en cuenta en todo momento las consecuencias previstas de la acción política. Este concepto lleva a comprender la política no sólo como una lucha por el poder, sino entenderla persiguiendo un objetivo hondamente humanista: la creación de un orden de convivencia y paz para el desarrollo armonioso de la vida en común. Con ello se entienden las limitaciones de la acción humana en la historia y la eterna lucha del hombre para mantener la tensión entre destruir y construir.
En la política, en el contexto de la democracia, los campos extremos son amigo – adversario, como en la ética es el bien y el mal y en la estética lo bello y lo feo. Vincular la convivencia de estas percepciones desde una base axiológica es el rol fundamental de la política que a través de sus instituciones gerencia lo público. Por lo tanto, cuando en política se habla del bien común se comprende que se está refiriendo no sólo de la armonía de la convivencia entre deberes y derechos civiles, políticos y sociales, sino que se está hablando de valores éticos que deben expresarse en la justicia, valores institucionales que deben expresarse en la pluralidad, responsabilidad y valores estéticos que deben reflejarse en satisfacción por la armonía, la calidad de vida y la belleza.
La política democrática, para no separarse de la ética, exige una conciencia de los límites de la acción humana y a partir de estos límites debe conquistar su bienestar y dignidad. De ese reconocimiento de finitud, emerge una noción de pluralidad, de tolerancia, que son el fundamento para hallar el equilibrio de los múltiples intereses en conflictos. En este sentido, se comparte el criterio de Romero (1990) cuando citando a Ritter, afirma: sólo es duradera una comunidad sentida como verdadera comunidad ética, no como comunidad forzada.
En relación con la estética se puede complementar afirmando que los objetos del pensamiento elaborados por la persona se refieren a aquellos objetos elaborados por el sentido común de la persona, la cual vive la vida cotidiana entre sus semejantes basándose en la construcción histórica, actual y futura de esa realidad  democrática. Es decir, el colectivo social parte de un equipamiento instrumental básico para comprender la armonía, la belleza y compenetrarse con el buen vivir y/o bienestar.
 Por consiguiente, cuando se habla de   estética social no se hace referencia exclusivamente a la obra producto de una mente privilegiada,   sino del concepto de buen vivir desarrollado en la cotidianidad  por  la gestión de las políticas públicas, donde el referente armonía del consenso con disenso asume centralidad en la percepción político-social.  Los elementos estéticos de la totalidad social vienen dados por una combinación de los códigos del sistema estructura,  proceso que son dominantes en la interacción sociocultural, y los códigos de armonía que tienen una fuerte ponderación instintiva en los seres humanos.
Se sugiere ver a la participación de la sociedad en  la política en un contexto democrático, siguiendo a Bracho (2005), como materialización de una estética, ya que implica que la toma de decisiones en la política cotidiana, práctica debe responder a un modelo de gestión pública que asuma su responsabilidad de manera holística, donde el bien común se refleje en satisfacción integral del ciudadano. Por ejemplo, la salud no sólo debe traducir eficacia (lograr el objetivo) y eficiencia (lograr el objetivo con menor uso de tiempo y recurso), sino también eficacia, ética y belleza, donde no sólo se sale de una institución de salud sin la enfermedad, sino con conciencia de ciudadanía activa reforzando los valores democráticos de convivencia y tolerancia acrecentados que puedan ser expandidos, dada la interacción,  socialmente.
            Construir los principios axiológicos de la  participación de la sociedad en la política, en un contexto democrático, y la política, a su vez, como integradora de la efectividad (indicador de gestión del grado de satisfacción),  lo ético y de lo estético; se trata de  la relación cotidiana, práctica de las formulaciones y ejecuciones de las políticas públicas con la armonía y belleza de lo que se elabora y la emoción que ésta elaboración produce en la sociedad a quien va dirigida.
            En síntesis, las políticas públicas son acciones – decisiones para satisfacer las demandas (o luchas por la salud, la educación, la vivienda, los servicios públicos), para solucionar conflictos sociales. Se formulan en una agenda pública de gobierno mediante una planificación (se hacen planes, programas y proyectos). Se implementan mediante modelos de gestión: burocrático, tecnocrático, y la nueva gestión pública, que siguen un modelo de desarrollo o sistema económico de producción (capitalista liberal y socialista) en sistemas políticos formas de gobierno (democráticos y dictatoriales). Además requieren evaluación, seguimiento y control mediante indicadores de gestión de eficiencia, eficacia y efectividad. 
                      Marisol Hernández  - Investigadora en Ciencias Política