miércoles, 11 de diciembre de 2013

SÍNTESIS DE LA HECHURA DE LAS POLÍTICAS. Marisol Hernández


LA HECHURA DE LAS  POLÍTICAS

Esquema
I. El olvido teórico de la elaboración de la política
II. En busca de la noción de política
   II.1. La noción descriptiva de política
   II.2. El concepto teórico de política
III. El análisis y la decisión de las políticas
    III.1. Las dos corrientes de análisis:
            Racionalismo e Incrementalismo
    III.2. La otra racionalidad del análisis: Majone
    III.3. El análisis como proceso social: Wildavsky
IV. A manera de recapitulación

 Introducción

            La antología de Luís F. Aguilar Villanueva (1992) promueve   los estudios de políticas públicas,  en ella se ofrecen ideas, métodos, técnicas, cuestionamientos y propuestas sobre cómo contribuir desde la administración pública, la acción ciudadana y la academia, a lo que se le llama con esperanza buen gobierno y convivencia civilizada. En este texto, de la segunda  antología, se describen o prescriben estrategias de análisis y de decisión de políticas.

            Propone el debate sobre el incrementalismo,  como propuesta para la elaboración de las políticas. El trasfondo del texto es la discusión sobre las relaciones  deseables  entre el análisis racional (científico del proceso decisorio de las políticas con criterios de eficiencia técnica y eficiencia económica) y la concertación política  (dimensiones valorativas y políticas inherentes a toda decisión de gobierno)  en la decisión y desarrollo de una política.

Se aborda, asimismo, la cuestión de la factibilidad (organizativo-administrativa, viabilidad política) como complemento de los necesarios análisis de eficiencia económica  (operativa, asignación de recursos, evaluación de programas, planeación y presupuestación, elección estratégica.

            Un tema trascendental tanto en la Ciencia Política como en la Administración Pública es el estudio de las Políticas Publicas (decisiones acciones), abarcando desde su planteamiento (formulación), análisis (argumentativo), evaluación y su posterior implementación (gestión, ejecución). Se comprende que para el desarrollo de cualquier Estado es indispensable contar con Instituciones realmente eficaces que sepan captar  los problemas  -las demandas- de los ciudadanos, a través de sus diferentes organizaciones (aparatos del Estado), pero lo realmente eficaz y preponderante es resolver los problemas presentados con reformas que den solución y con Políticas Públicas muy bien implementadas.

            En el presente trabajo,  el  propósito es dar a conocer que son, como se elaboran (formulan), quienes participan y como se evalúan las Políticas Públicas y conjuntamente hacer un análisis y critica a las mismas interrogantes pero en el caso mexicano.

            Se pregunta ¿Por qué analizar las políticas públicas? Se percibe que el desarrollo de un país va a depender solo y solo si, tiene la capacidad estratégica y administrativa para implementar políticas que ayuden al desarrollo de la plena convivencia social, política y económica de los diversos actores, políticos y sociales,  que participan en la formación de un Estado, se refiere a los ciudadanos, instituciones, organizaciones y autoridades; solo esta plena convivencia dará la estabilidad en el sistema político, social y económico que por consecuencia habrá un impulso a un desarrollo suficiente para situar a los países en buena posición con respecto a sus competidores en el ámbito mundial.

            Por tanto las políticas públicas son, sin duda alguna, la parte ejecutora de la Administración Publica, Políticas Publicas sanas, eficientes y que respondan a los problemas sociales darán como resultado un Estado con administración capaz de enfrentar con seguridad cualquier adversidad venidera.


Estudio introductorio

            Inicia este texto, Luís F. Aguilar Villanueva, no deja de ser extraño el hecho de que el proceso de elaboración de las políticas, la hechura de las  políticas, haya sido comparativamente poco estudiado. Pocos fueron los campos de acción social que escapan al impacto de los gobiernos. Sin embargo, la manera como los gobiernos deciden y desarrollan sus políticas públicas, su proceso, patrón y estilo de decisión y operación, quedaron sin investigación sistemática.


I. El olvido teórico de la elaboración de la política

           Muchas razones, históricas y teóricas, explican el descuido y hasta el olvido de la  hechura de las  políticas, En la perspectiva de la ciencia política estándar el proceso de gobierno y, más singularmente, el proceso de decisión y puesta en práctica de las políticas no ocupó nunca centralidad alguna. Las teorías sistémicas, marxistas, elitista o pluralista explicaban las decisiones de gobierno   desde fuera del gobierno mismo. El secreto de la decisión y su efectuación radicaba en fuerzas y estructuras sociales, exteriores y superiores, que determinaban exhaustivamente la materia y la forma de decisión.

            La estructura económica, el conflicto de las clases, el interjuego de los grupos de interés, el comportamiento del entorno social o cultural del sistema político… eran los factores para dar cuenta de por qué los gobiernos decidían de la manera en que lo hacían. El gobierno carecía de iniciativa propia, no tenía la capacidad de elegir sus propósitos y acciones.   Demasiado tarde se reconoció la “autonomía relativa” del gobierno como para revertir la tendencia dominante, destacar la especificidad e importancia de la elaboración de las políticas y reconocer su causalidad  propia en el conjunto social y en el proceso político. Hoy parece que la comunidad científica está más dispuesta a concederle un mayor margen de maniobra a los gobiernos, nacionales y locales, obviamente sin recaer en oportunismos decisionales.     

            En suma, la hechura de la  política no tenía autonomía para la ciencia política convencional y, en contraste, tenía toda la autonomía para la administración pública. El resultado final, en ambos casos y por diversas razones, era que el proceso decisorio de la política se volvía un objeto de estudio externo y marginal al corazón de las dos disciplinas.

            El determinismo social de la política daba intelectualmente por descontado el sentido, el instrumental y los efectos del proceso decisorio de una política. Fue alto el precio pagado por causa del descuido teórico del proceso de elaboración de las políticas. El crecimiento del Estado y la expansión de su aparato gubernamental fueron señal de que los grandes actores y poderes sociales, a cuya dinámica (constructiva o conflictiva) supuestamente se sometían las políticas, eran incapaces de resolver muchas cuestiones sociales y, en el fondo, incapaces de garantizar el orden y bienestar público.

            Sonaba irónico llamar al Estado social o socialista  o al gobierno “instrumento de la clase dominante o de la clase revolucionaria, cuando protagonizaba incontenible la acción colectiva. Los desaciertos de muchas políticas gubernamentales, por exceso de autonomía, están a la vista y en la memoria.

Hoy, en contraste, parece que la decisión de las políticas comienza a colocarse en el centro de la teoría política y administrativa.

            No todo es un asunto público, como para que todo sea política, programa de gobierno y materia administrativa.


II. En busca de la noción de política

Los acercamientos –enfoques- a la definición de política (policy) suelen ser de dos tipos en la literatura: descriptivos y teóricos. En la construcción de la definición descriptiva, el debate se centra en la cuestión de si la política sea sólo  la decisión (de gobierno) o implique algo más. En la construcción teórica las posiciones varían según la teoría politológica o según las conjeturas básicas con las se explica la ocurrencia de la política.

       

II.1. La noción descriptiva de política

            En la definición descriptiva, hay unanimidad en reconocer e incluir su aspecto institucional: se trata de la decisión de una autoridad legitima, adoptada dentro de su campo legítimo de jurisdicción y conforme a procedimientos legalmente establecidos, vinculante para todos los ciudadanos, y que se expresa en varias formas: leyes, sentencias, actos administrativos… Sin embargo, las diferencias de componentes y énfasis en la definición se ponen de manifiesto apenas se incorporan los aspectos políticos, administrativos, conductuales, que resultan de otras maneras de ver la política, más allá de jurisdicciones formales, reglamentos y órdenes.

            Para Heclo, (1972:85), la política no es un fenómeno que se autodefina, sino una categoría analítica. Es el análisis el que identifica su contenido, no los dichos del decidor de la política ni las piezas de la legislación o de la administración. Existe no por intuición sino por interrogación de los fenómenos políticos.

            Aguilar hace un resumen de los diversos significados del término “política” se encuentra en Joan Subirats (1989) y en Hogwood-Gunn (1984). Puede denotar varias cosas: un campo de actividad gubernamental (política de salud, educativa, comercial), un propósito general a realizar (política de  empleo estable para jóvenes), una situación social deseada (política  de restauración de los centros históricos, contra el tabaquismo, de seguridad) una propuesta de acción específica (política de reforestación de parques, política de alfabetización de adultos), la norma o las normas que existen para una determinada problemática (política ecológica, energética, urbana), el conjunto de objetivos y programas de acción que tiene el gobierno en un campo de cuestiones (política de productividad agrícola, de exportación, de lucha contra la pobreza extrema)

            Las definiciones arrojan los siguientes componentes comunes:

a)    institucional, la política es elaborada o decidida por una autoridad formal;

b)    decisorio, la política es un conjunto-secuencia de decisiones, relativas a la elección de fines y/o medios, de largo o corto alcance, en una situación específica y en respuesta a problemas y necesidades.

c)    Comportamental, implica la acción o la inacción , hacer o no hacer nada; pero una política es un curso de acción y no solo una decisión singular;

d)    Causal, son los productos de acciones que tienen efectos en el sistema político y social

Una  definición recapituladora de política es: reglamentos y programas gubernamentales, considerados individualmente o en su conjunto, esto es, los productos de las decisiones de autoridad de un sistema político. Puede tomar la forma de leyes, órdenes locales, juicios de corte, órdenes ejecutivas, decisiones administrativas y hasta acuerdos no escritos acerca de lo que se debe hacer. 

Por política suele entenderse un conjunto o secuencia de decisiones más que una decisión singular acerca de una acción de gobierno particular. Algunos la entienden como decisiones de fines y preferencias y la distinguen de las decisiones relativas a los medios para alcanzar los fines.     Otros, en contraste, consideran que la política incluye los medios y los fines.   En algunos contextos denota decisiones de objetivos de largo plazo o directrices generales de acción gubernamental que guían las acciones de corto plazo en situaciones específicas. (Plano et al, 1973: 311)

En primer lugar, una política es un comportamiento propositito, intencional, planeado,   no reactivo, casual. Se pone en movimiento con la decisión de alcanzar ciertos objetivos a través de ciertos medios: es una acción con sentido. Por su carácter propositito, referido a las, realizaciones de objetivo, la política denota las intenciones de las fuerzas políticas  de los gobernantes, en segundo lugar, no es la simple decisión deliberada del actor gubernamental: la gran decisión  en la cúspide del Estado.

Hay que incorporar las muchas y diversas decisiones de los muchos actores    participantes, gubernamentales y extragubernamentales, que   en sus  diversas interacciones han preparado y condicionado la decisión central, le dan forma y la llevan después a la práctica, haciéndola y rehaciéndola, con el resultado muy probable que los resultados finales no se asemejen   a las intenciones y planes originales.     

La   política es un proceso, un curso de acción (Friedrich, 1963:79), es un conjunto de acciones. En efecto, una política es en un doble sentido un curso de acción: es el curso de acción deliradamente diseñado y el curso de acción efectivamente seguido. Por una parte, la política que se decide y se quiere llevar a cabo es básicamente un conjunto interrelacionado de acciones que, en razón de los recursos con los que cuentan los actores, los medios que emplean y las reglas que siguen, es considerado idóneo y eficaz (eficiente) para realizar el estado de cosa preferido.

Aguilar percibe que la política es entonces una estrategia de acción colectiva, deliberadamente diseñada y calculada, en función de determinados objetivos. Implica una serie de decisiones a adoptar y de acciones a efectuar por un número extenso de actores, puede distanciarse de la estrategia intencional de acción colectiva, diseñada y organizada por la autoridad estatal. Supuesta su institucionalidad, la política es, en suma: a) el diseño de una acción colectiva intencional, b) el curso que efectivamente toma la acción como resultado de las muchas decisiones e interacciones que comporta y, en consecuencia, c) los hechos reales que la acción colectiva produce.


    II.2. El concepto teórico de política

            El acercamiento teórico a lo que realmente es una política pública es tan decisivo como variado. Las teorías politológicas mayores, a partir de sus teoremas sobre el poder, el consenso y el conflicto, son determinantes. Quien, cómo y para qué detenta el poder político colectivamente vinculante, a la base y al margen de la autoridad estatal formalmente constituida, ha sido la pregunta central y recelosa de la ciencia sociología política.

            Si las políticas en sus diversas formas reglamentarias, presupuestarias, administrativas, sean producto de la dominación de clase (bloque en el poder), de los ajustes mutuos entre los grupos de interés (corporativos o pluralistas), de la hegemonía de una élite (tradicional o modernizante) del peso irresistible de las metrópolis sobre periferias indefensa…etc. Todo esto va a depender del cuerpo teórico desde el cual el investigador-analista construya sus conceptos, hipótesis y procedimientos de prueba.

           

I.              El análisis y la decisión de las políticas

      Muchas son las preguntas en torno al análisis de políticas. Averiguar cómo se efectúa el análisis, cuáles son los posibles tipos de análisis, qué cosa quiere realmente logra el análisis, y si es capaz de efectuar lo que dice y pretende, son alguna de las varias cuestiones importantes. Pero la pregunta básica es la que  concierne a la naturaleza misma del análisis de la política: qué es, en qué consiste.

            ¿Es un   análisis económico, cuantitativo, preocupado sólo por la asignación eficiente de los recursos públicos, o incluye también aspectos institucionales, administrativos, éticos y políticos?    

¿Es sólo un ejercicio de acción racional, que se orienta a la maximización de las funciones deseadas, o incluye otras consideraciones que se pretenden también racionales, aunque sean equivalentes a la noción de eficiencia técnica y económica?

            Las respuestas serán diversas según las varias concepciones y expectativas que se tengan de la   política, de lo deben ser las relaciones entre razón y política, entre el análisis y la decisión pública. Y, vistas las cosas a fondo, el carácter de las respuestas dependerá de las varias concepciones y apreciaciones que se tengan acerca de las funciones, ámbitos y modos de intervención del Estado. 

            Al revisar la literatura del análisis de políticas, Aguilar percibe que se puede observar que hay dos posiciones extremas en lo que se refiere a la naturaleza e instrumental del análisis y al papel que puede o debe jugar en la formulación de la política.  Aquí, como en otros campos, se repite la polémica entre una “noción racional” y una “noción transaccional” de la política.

            En un extremo, se ubica la visión racional estricta del análisis que reconoce la existencia de diversas  restricciones  pero sin renunciar a la exigencia de la racionalidad máxima posible en la formulación y  decisión de la política. En el extremo opuesto, se ubica la visión negociadora, concertadora, pragmática de la política, que utilizará táctica o casuísticamente el análisis.

    III.1. Las dos corrientes de análisis:

            Racionalismo e Incrementalismo

Después de la Segunda Guerra Mundial, se llamó  análisis de políticas” a la propuesta  y/o a la actividad de mejorar las decisiones (logísticas, bélicas, económicas, asistenciales), de políticas mediante la incorporación sistemática de teoría y método  científico  (diseño, método cuantitativos y supuestos teóricos de comportamiento racional de los sujetos) más allá de la experiencia, la intuición, la costumbre o la ley.

Aguilar dice: las políticas públicas podrían ser, tal vez, decisiones complejas y conflictivas, pero no eran esencialmente diversas en sus partes, pasos y requerimientos.  En efecto, descomponer un problema de política es sus componentes básicos y estructurarlo, determinar cuáles serían los componentes a alterar y establecer así los objetivos de acción, identificar las posibles opciones de acción para efectuar los objetivos, compararlos en términos de su eficacia-eficiencia esperada, utilizando técnicas de modelación y calculo cuantitativo (es decir, entendido positivamente, “método científico”. Este es el  esquema de decisión racional o de solución racional de problemas

Esto es, se evoca el análisis microeconómico de costo-beneficio y costo-efectividad, el análisis de sistemas y el de de la investigación de operaciones, con su técnicas y procedimientos lógicos-cuantitativos de maximización mediante la programación lineal, teoría de juegos y colas, simulación…

            Quade (1975:22) pionero del “análisis de políticas, defensor del enfoque cuantitativo, pero también sensible a sus alcance y limitaciones, describe la situación: la investigación de operaciones busca  contribuir a realizar objetivo dado de la mejor manera; el análisis de sistemas (que es una investigación de operaciones) busca lo mismo,  pero de manera más económica; con equidad, más inclusiva y abarcante, por cuanto comporta consideraciones de economía e investiga la interacción entre los fines y los medios.

            El “análisis de políticas  puede entenderse como un análisis de sistemas  inclusivo y comprehensivo, pero con el añadido de que se interesa por los impactos distributivos de la política. Más aun, presta mayor atención a la implementación y a las consideraciones políticas y organizacionales. Quade no diferencia.

En efecto, el  análisis de sistemas   es un enfoque sistemático que ayuda al decidor a escoger un curso de acción mediante la investigación integral de su problema, la invención de sus objetivos y opciones de acción, la constratación de las opciones a la luz de sus consecuencias, el uso de un marco de referencia posiblemente analítico para aplicar intuición y juicio calificado al problema en cuestión (de factores sociales y político)

            En esta visión, el análisis de políticas es una estrategia de solución de problemas o de realización de objetivos, que procede estrictamente según criterios racionales de eficiencia técnica y eficiencia económica.



            Contra este esquema  canónico de análisis y decisión racional reaccionó Lindblom (1959, 1963, 1979).Su contrapuesta ampliaba las tesis de racionalidad limitada (cognoscitivos de información) de Simón (1945) y las de “sociedad abierta”  (refutable por definición, apoyados en evidencias inconclusas, carecen de validez) e “ingeniería social gradual” de Popper (1945) que critica la fundamentación inductiva de la ciencia.

            Lindblom recogió y rehizo estas dos posiciones, al afirmar que los gobiernos pueden decidir racional y responsablemente frente a los problemas públicos sin tener que comprometerse con los supuestos y requisitos de la racionalidad omnicomprehensiva (teorías causales y modelación matemática del comportamiento), que hipotecaban el análisis de políticas dominante y la planificación.



Lindblom propone un  MODELO  DE ANALISIS DE POLITICAS:

Las hechuras de políticas se dan en una dinámica de sucesivas comparaciones, cotejos y aproximaciones hacia los objetivos deseados que van cambiando a la luz de las nuevas consideraciones de la dinámica social involucrada.

Base del modelo: en un gobierno con abierta competencia de ideas e intereses lo adecuado es: corregir, ajustar, adaptar y/o reformar la "última política" disminuyendo la probabilidad de catástrofe y queda abierta la posibilidad de corregir los errores.

Lindblom es el tronco teórico básico en el análisis de políticas, posteriormente se desarrollan Wildawsky y Majone.


    III.2. La otra racionalidad del análisis: Majone

Propone un  MODELO  DE ANALISIS DE POLITICAS:

Una concepción dialéctica (discurso crítico).

Un modelo con carácter "artesanal" en el análisis de políticas.

El analista elabora y articula: evidencias, argumentos, persuasión, razones, informaciones y teorías para lograr el consenso y desde aquí convertir un análisis en política real y efectiva.

El analista y su equipo utilizan el poder, la influencia y la negociación entre los grupos políticos y de presión por un lado, y por otro, el debate y la argumentación entre los elaboradores de políticas como entre los ciudadanos en tanto discusión pública, este juego antitético y sintético es el tamiz de donde emerge "la política".

Los planteamientos de Majone se ven reflejados en la responsabilidad que le cabe a los actores políticos a lo largo de todo el proceso de implementación, las etapas de acción y los estudios de impacto, en razón de que en cada momento deben estar persuadiendo y logrando consensos que devendrán en una política real.


    III.3. El análisis como proceso social: Wildavsky

Wildavsky sostiene que el análisis de las políticas públicas consiste en hallar "un problema sobre el cual algo pudiera o debería hacerse"

Propone un  MODELO  DE ANALISIS DE POLITICAS:

Un proceso de "creación de problemas públicos".

La formulación del problema no es el primer paso sino el último del análisis.

El análisis consiste en encontrar un problema que pueda ser resuelto por los ejecutivos con nivel de toma de decisión sobre la base de variables controlables y tiempo disponible.

Contrastar los "objetivos deseados" con los "recursos disponibles" intentando dar una solución a la situación indeseada.

Confrontar lo "ideal" con lo "real" de un problema público, es decir, lo que se querría hacer, lo deseable, con lo que se puede hacer, lo posible, concordar lo que la sociedad y el gobierno pueden en efecto remediar, modificar y/o resolver.

Definir el problema público es encontrar el equilibrio entre los "hechos" y los "medios" que posibilitan el logro de los objetivos.

Se deben considerar en forma conjunta:

Recursos - Objetivos

Medios – Fines

Los postulados de Wildavsky encuentran su concreción tanto en la puesta en marcha en etapas cronológicamente diferenciadas de los objetivos deseados en función a los logros alcanzados con los recursos disponibles, como las formulaciones de los problemas a resolver en las sucesivas etapas, formulaciones que pasan a ser pseudoproblemas pues ya tienen por los estudios y análisis previos realizados sus correspondientes soluciones.


II.            A manera de recapitulación

Todo este recorrido por las nociones del análisis de políticas, buscando saber en que consiste, cuál función y alcance se le atribuye, cuáles procedimientos emplea,  cuáles los defectos y desvíos a evitar, puede que se trate se variaciones sobre el tema clásico de relación entre razón (ciencia) y política. Lo son, pero son variaciones en términos más concretos y que se orientan a la solución de problemas reales que tienen lugar en las comunidades políticas.

Simplificando, la literatura se puede decir que hay dos tendencias extremas, una, la que se inclina a intelectualizar el análisis  y la formulación de las políticas y la que se inclina a menospreciar el análisis y dejar la decisión al juego y arreglo de los poderes.

La primera tendencia estaría representada por el análisis de sistema, el análisis de costo-beneficio y costo-eficiencia, la investigación de operaciones, con todo su arsenal de modelación y cálculo cuantitativo, y sus aplicaciones más delimitadas de la planeación, programación, presupuestación y gestión.

Con razones, válidas para el sector público, su foco de atención es la eficiencia económica y técnica de las políticas  y su objetivo es producir recomendaciones normativas correctas a la luz del criterio de racionalidad y causalidad del actuar.

            La segunda tendencia estaría representada por todo el conjunto de politólogos que, con referencia a las teorías pluralistas, (neo)corporativistas, de élites y clases,  consideran que el análisis es sólo un elemento de entre los muchos que intervienen en el proceso de elaboración de una política.

Como elemento de juicio es frecuentemente importante el análisis en el debate de los problemas públicos complejos, pero ocupa un lugar secundario respecto de las transacciones entre las fuerzas.

El “ajuste mutuo” entre los grupos de interés guía y usa el análisis y decide la política.

            Añade Aguilar, que el pragmatismo y el concertacionismo permiten la irracionalidad decisoria, bajo la forma de dispendio y desempeño administrativo, además de consagrar la política miscelánea de presión como método para plantear problemas y encontrar respuestas.

Consciente de los defectos, límites y riesgos de la posición técnica y política del análisis, han surgido buenas tesis intermedias que quieren conciliar las ventajas y bondades de los extremos.

            Bajo la metáfora pertinente del “arte y la artesanía” quieren integrar el análisis de eficiencia en el horizonte mayor de la política. Pero ésta no es entendida resignadamente (es decir, pluralista, corporativa, elitista o clasistamente) como la fatal situación de relaciones de fuerza, mercado de posiciones y ganancias o transacciones de intereses. Por lo contrario, con sonoridad liberal, política significa discutir, ofrecer razones, argumentar, persuadir, convencer, llegar a acuerdos aun si parciales y de   carácter temporal.

            En conexión, consideran a la política como un proceso de aprendizaje colectivo para aumentar la capacidad de resolver problemas por parte de una comunidad.

En esta visión abierta de la política, el análisis para la toma de decisiones recupera su sentido, pero es integrado al proceso de la interacción política.

Persuadir se vuelve el componente clave del análisis.

Hay que armar un análisis que pueda ser convincente a los que están interesados en resolver un problema, pero no por que fue confeccionado a la medida de los deseos, prejuicios y gustos de los demandantes o los gobernantes.

            Concluye Aguilar, se trata de una actividad convincente de pedagogía pública, que a contraluz de los errores y extravíos de las decisiones públicas pasadas induce modificaciones en los deseos y las percepciones, en las expectativas y los instrumentos de la ciudadanía y gobierno. Por consiguiente, un análisis  que puede transformar las relaciones sociales, institucionales, patrones culturales.

            En suma, el análisis de políticas pierde su habitual mesura y sueña su utopía social. Pero, el análisis de políticas quiere contribuir a decisiones que hagan de la política y del gobierno instituciones productivas, que ensanchen en lugar de estrechar el ámbito de lo colectivamente deseable y factible.

Ello significa una visión rigurosamente teórico-técnica del análisis, pero en comunicación con la ciudadanía.

Con   un sitio en el corazón de la vida pública, pero con buenas realistas razones.

La grandeza de Mandela. Marisol Hernández

La grandeza de Mandela. Marisol Hernández
El jueves pasado, 05 de diciembre de 2013, falleció Nelson Mandela, ex presidente de Suráfrica, a la edad de 95 años. Es uno de los grandes humanistas del siglo XX. Luchó contra la forma de convivencia de dos o más razas en un país, el apartheid, esto es, la dominación por la raza blanca y la sumisión de las otras razas, en su país, de la negra. En esta forma de organización social siempre los negros eran los súbditos, en el sentido que Hannah Arendt le ha dado a estos, una masa de individuos que no tienen capacidad de vivir individual y colectivamente con independencia y conciencia de sus actos sociales y políticos. Un ejemplo en contra del apartheid fue la organización política negra CNA, encabezada por Nelson Mandela.
En discusión de asuntos como, por ejemplo, los que habían acontecido durante la época nacionalsocialista, incluido el genocidio de los judíos, gitanos, homosexuales y otros “enemigos del régimen”, y específicamente, sobre cómo se había configurado el apartheid, se llega a la conclusión de que esta forma de separación de las razas era inhumana.
Además, este artículo tiene el propósito de proporcionar una versión de la historia del África negra. Cuando en 1972 se realizó el primer encuentro de científicos sociales africanos y latinoamericanos en Dakar/Senegal, la labor de búsqueda incrementa el interés por África. La visión de la realidad señala  como el apartheid surafricano constituía la más denigrante forma de organización de las sociedades africanas. Y en este contexto reaparece el nombre de Mandela.
Se percibe que Nelson Mandela fue el Mahatma Gandhi de África, especialmente de Suráfrica. Políticamente activo desde muy joven, se dedicó a luchar contra el apartheid. Fue encarcelado varias veces, la última durante 27 años en Robben Island frente al puerto de Kapstadt. En los ochenta y noventa del siglo pasado, académicos, políticos, hombres de negocio y otros intelectuales de la minoría blanca empezaron a comprender que el apartheid era un régimen inhumano que no tenía futuro. Este proceso fue fuertemente impulsado por el presidente Frederik Willem de Klerk, quien había comprendido que la separación tan estricta de las razas era un impedimento del desarrollo de la sociedad. Éste visitó y liberó a Mandela en 1990 de su cárcel. El apartheid desapareció, el CNA fue legalizado, De Klerk y Mandela recibieron en el año 1993 el Premio Nobel de la Paz y Mandela fue elegido presidente de Suráfrica en 1994.
Para finalizar, se cita unas frases que pronunció Mandela al asumir la Presidencia. “Ha llegado el momento de curar las heridas. El momento de salvar los abismos que nos dividen. (…) Contraemos el compromiso de construir una sociedad en la que todos los surafricanos, tanto negros como blancos, puedan caminar con la cabeza alta, sin ningún miedo en el corazón, seguros de contar con el derecho inalienable a la dignidad humana”.
 Se comprende, la figura y la personalidad superior de Mandela que pertenece al futuro. Hay ciertos principios por los que vivió, al igual que Bolívar, que la libertad es un valor en sí misma, que es mejor morir por la libertad que vivir en la esclavitud; que la organización política de la libertad tiene su expresión en la democracia, pero que la democracia debe encontrar el balance entre las exigencias de la libertad y las de la estabilidad y la eficiencia, o se producirá la anarquía; que los conflictos internacionales deben hallar su solución en una liga de pueblos libres que dirima las controversias entre sus miembros a través de un tribunal de justicia. Se tiene conciencia de la grandeza de Mandela.

Marisol Hernández. Dra. en Ciencia Política . Maracaibo, 11 de diciembre de 2013