viernes, 4 de abril de 2014

Lo que no es la democracia según Sartori. Marisol Hernández

Lo que no es la democracia según  Sartori. Marisol Hernández
Síntesis del Capítulo 7: Lo que no es la democracia.
Para llegar a una definición precisa del concepto de democracia, Sartori defiende que es necesario encontrar un “opuesto apropiado”, y aún contradictorio. Procede a una enumeración de las soluciones posibles según él.
1 - Contrarios, contradictorios y grados. Afirma que existe una frontera entre sistemas democráticos y sistemas no democráticos, precisamente porque son sistemas, basados sobre principios que pueden ser democráticos o no. Entonces es necesario tratar la cuestión de los regímenes en un foco de clase (y no de grado).
2 - Autoritarismo, autoridad y poder. Según Sartori la noción de autoridad supone la legitimidad; tanto más una institución tiene legitimidad, menos tiene poder, dado que su poder depende de la confianza dada por el pueblo. La noción de autoritarismo carece de sentido.
3 - El Estado total, la democracia y el absolutismo. El absolutismo significa la concentración del poder en las manos de una sola instancia, que puede ser un órgano democrático; en si no es contradictorio con la democracia. En contrario el Estado total se caracteriza por el absolutismo del poder del Estado contra los ciudadanos, entonces la base del poder democrático desaparece.
4 - El totalitarismo.
La palabra totalitarismo apareció en 1925 y como el autoritarismo, fue inventada por el fascismo. El fascismo en Italia era una dictadura autoritaria.
Sartori diserta sobre el vocablo totalitarismo. Cita, para Edgar Hallet Carr (1949) no es el totalitarismo como régimen político, sino la mente totalitaria (sistema de creencias, ideología, mística, religión o visión del mundo.
Friedrich establece una lista de  cinco requisitos para la existencia de un sistema político totalitario
a) una ideología oficial;
b) un único partido de masas controlado por una oligarquía;
c) el monopolio gubernamental de las armas;
d) el monopolio gubernamental de los medios de comunicación, y
e) un sistema policiaco de terror.
Se añadió un sexto requisito.
f) una economía dirigida de manera centralizada

Semánticamente, Para Sartori el totalitarismo es un hecho político propio de la modernidad, que denota el encarcelamiento de toda la sociedad dentro del Estado, es decir, que pretende encerrar la sociedad dentro del Estado. En palabras de Finer: toda la sociedad está politizada; si sobreviven todavía ámbitos privados de la vida, se debe… a la tolerancia  del gobierno.
 Su característica fundamental según el autor es de instaurar una ideología que adquiere el estatuto de religión.  Durante el fascismo, en Italia se decía todo en el Estado y se aplica mediante el uso de los instrumentos coactivos proporcionados por conocimientos técnicos, y se encuentra frente a la invasión definitiva de la intimidad humana, a  la destrucción de la independencia, de la diversidad y la autonomía en la vida de las colectividades humanas. En suma, una enorme guarnición política donde una sociedad de masa ha sido encapsulada en el Estado. Esto es la destrucción de la línea entre el Estado y la sociedad.
Cuando Montesquieu estableció su clasificación de las formas políticas, cada una de ellas contaba con un principio específico explicativo: la virtud cívica en la democracia; l a moderación en la aristocracia; el honor en la monarquía; y el temor en el despotismo.
Sartori dice: la característica de un gobierno despótico es el gobierno mediante el temor; deduce el totalitarismo supone el mayor temor, es decir, el terror. Si se piensa en Hitler y en Stalin, explica que la clave de la interpretación de Hannah Arendt y de parte de la literatura de los años cincuenta sea el gobierno por el terror. Los regímenes comunistas  (de Stalin, la revolución cultural de Mao con cuatrocientos mil muertos y tres millones de personas encarceladas) demostró que el terror era más una variable que un elemento definidor de los sistemas totalitarios
5 - Dictadura y autocracia.
Examina el conjunto restante de posibles opuestos a la democracia y de las formas de establecer sus límites. Sartori trata brevemente de la tiranía y del despotismo y aborda la                                                                                                dictadura y, por último, la autocracia.
Entre los griegos
La autocracia supone que el poder es la propiedad de uno. Eso es un opuesto apropiado de la democracia dado que esa supone precisamente que el poder legítimo es difundido en el pueblo.
  En el presente trabajo se desarrolla  el concepto de democracia desde la perspectiva de un  autor relevante en el tema, pensador del período de postguerra.  Podría ser adecuado complementar, en esta parte final, aspectos importantes sobre la democracia, basado, entre otros, en el libro "El Crepúsculo de la Política" de Antonio Leal.
En el caso de Joseph Schumpeter el texto de consulta fue "Capitalismo, Socialismo y Democracia", por lo que se hace referencia al capitalismo, como técnica económica y a la democracia, como método político, ambos relacionados al espíritu de la competición de los actores. No obstante, esta aproximación bibliográfica permite una conexión con la esencia misma de la perspectiva schumpeteriana, quien introduce en la esfera del orden político, el instituto del intercambio y el mercado. (Leal, 1996, p.30 ).
Los operadores o los partidos políticos proveen de una oferta política, en competición entre ellos, y los electores eligen a quienes deben decidir. Schumpeter aplica un criterio de eficiencia al método democrático, la cual deriva de la calidad de la conducción (leadership) democrática, tanto en cuanto al proceso de selección de los que gobiernan como a los temas sobre los cuales se debe decidir.

Se percibe aquí una diferencia entre el "homo economicus", que para la ortodoxia libremercadista se supone totalmente "libre y racional" en su elección, y el "homo politicum" de Schumpeter, cuya elección está bajo la influencia de grupos y de actores colectivos que modelan su información e interpretan sus intereses.
Para Schumpeter "la voluntad popular es el producto, no la fuerza propulsiva del proceso político". (Leal, 1996, p.106).
El concepto de poliarquía de Robert Dahl se ajusta, por lo que se comprende, a lo que la democracia es en la práctica, en la realidad, por lo que constituye un "concepto- herramienta" de gran valor al momento de hacer política comparada. Su análisis se refiere fundamentalmente a los regímenes nacionales, es decir, a nivel de país, de estados nacionales, sin embargo, como él mismo lo señala, es perfectamente aplicable a niveles inferiores de organizaciones políticas y sociales: municipios, provincias, sindicatos , empresas y partidos políticos, entre otros. Este aspecto es relevante, ya que varios países, incluida Venezuela, pueden mostrar estándares aceptables de democratización a nivel nacional, sin embargo, no presentan una correspondencia democrática en las organizaciones nacionales o a nivel de sociedad civil.
Paul E. Sigmund señala que las tres fuentes  de ideologías contemporáneas en Latinoamérica: el liberalismo, el catolicismo y el marxismo han tenido todas unas relaciones ambiguas con la democracia, pero que, no obstantes, en los siglos XX y XXI, han evolucionado hacia un apoyo más fuerte de las normas y procedimientos democráticos.
Para estas tres tradiciones, la democracia no fue un principio de valor primordial. Incluso pudo ser percibida como un obstáculo para los valores que cada una de ellas representaba: la libertad económica y política para los liberales; la santificación personal y colectiva para el catolicismo; y la igualdad y justicia social para el marxismo.
Pese a que cada una de estas tradiciones tiene valores centrales que exigen la democracia. Los liberales han aprendido que no se puede ser libre sin tener participación en el propio gobierno. Los cristianos devotos ahora reconocen que tienen el deber de participar políticamente para el mejoramiento de un mundo creado por Dios y poblado por hombres que son hechos a su imagen y semejanza, y la meta última del marxismo supone la libre cooperación de seres humanos autónomos, socialmente responsables, cuyas potencialidades se desarrollan a través de la participación política.(AAVV, 1990, p.58).
Los autores referidos tienen tendencia hacia una concepción neoclásica de la democracia. Una definición institucional de ella que permite puntos de referencia al momento de catalogar a los diferentes sistemas y regímenes. Esta forma de clasificación se comprende relevante en un mundo globalizado donde la democracia se establece como el sistema de gobierno deseable y en muchos casos condición sine qua non para la pertenencia a organizaciones supranacionales. La democracia de inicio de siglo XXI es una democracia sin adjetivos, no tiene apellidos, como dice Huntington.

El sistema político democrático es el único que institucionaliza la oportunidad que tienen los ciudadanos de realizar su libertad. Esta libertad que, está inserta dentro del Estado de Derecho. (Estévez, 1987, p.10).
Es relevante que - en un sistema de gobierno democrático- los derechos ciudadanos deben garantizar a las personas adecuada protección frente a la posibilidad de interposición del poder del Estado con sus libertades. Para nuestros países latinoamericanos, que han pasado un período reciente de conculcación de los derechos de muchos de sus ciudadanos, esto sería de especial significado, puesto que éste atropello se hace en nombre de la seguridad del Estado, concepto que adquiere categoría de valor supremo, antepuesto a la justicia y a la libertad.

En tal sentido, en el caso de Venezuela, hay un camino complejo para establecer un grado de democratización equivalente al período en que rigió la Constitución de 1961. Esto pasa por una reforma a la normativa que permite enclaves autoritarios que entraban la libre expresión democrática de las mayorías, por una parte, y por la otra, más complejo aun, separar conceptual e instrumentalmente la seguridad de la defensa, lo cual se percibe, el núcleo  del conflicto político-militar.
En la democracia de inicio de siglo XXI, los derechos humanos, que constituyen el conjunto de prerrogativas básicas que las personas adquieren por el hecho de existir, no pueden ser no reconocidos  por ningún ordenamiento jurídico sin perder su legitimidad moral. (Ibídem).
Para concluir este artículo se cita, las reglas sobre la democracia  que expresa Umberto Cerroni, puesto que se perciben como una clara expresión de lo que se espera de la democracia: la primera regla es el consenso, todo puede ser hecho si se obtiene el consenso del pueblo, nada sin él.
 La segunda regla, es  la competición. Para construir el consenso, todas las opiniones pueden y deben confrontarse entre ellas.
La tercera regla, es  la mayoría, para calcular el consenso, se cuentan las cabezas, sin cortarlas, y la mayoría es la ley.
La cuarta regla es la minoría. Si no obtienes la mayoría, no estas fuera, puedes prepararte para derrotar a la mayoría en el próximo enfrentamiento. Es también la regla de la alternancia.
La quinta regla es el control, la democracia es controlable.
La sexta regla es la legalidad. Las leyes se fundan en el consenso, el consenso se funda en las leyes.
La séptima regla, es la responsabilidad. Se tienes derecho a reivindicar tu interés particular, pero condicionado a no interferir con el interés general de la comunidad. (Leal, 1996, p.38).
Hacia fines de siglo XX se genera un cambio cualitativo de gran dimensión y que se relaciona con la valoración de la democracia como un fin, como un modo de vida, como un ideal digno de ser buscado, para una mejor convivencia, en paz.

BIBLIOGRAFÍA.
(1) Sartori, Giovanni. Elementos de teoría política. Cap. 4 Democracia. Alianza
Editorial. Madrid. 1987.
(2) Schumpeter, Joseph. Capitalismo, Socialismo y Democracia. Harper. N.Y. 1947.
(3) Huntington, Samuel. El sobrio significado de la democracia. Revista de Estudios
Públicos Nº33. Santiago.1989.
(4) Dahl, Robert A. La Poliarquía. Participación y oposición. Editorial Tecnos. Madrid.
1989.
(5) Leal L., Antonio. El Crepúsculo de la Política. LOM Ediciones. Santiago.1996.
(6) AA.VV. Democracia contemporánea. Transición y consolidación. Ediciones
Universidad Católica. Santiago. 1990.
(7) Estévez, Eduardo E. Seguridad e Inteligencia en el Estado Democrático. Fundación
A. Illia. Buenos Aires. 1987.

Marisol Hernández.  Investigadora en Ciencias Políticas        

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