LA HECHURA DE LAS
POLÍTICAS
Esquema
I. El
olvido teórico de la elaboración de la política
II.
En busca de la noción de política
II.1. La noción descriptiva de política
II.2. El concepto teórico de política
III.
El análisis y la decisión de las políticas
III.1. Las dos corrientes de análisis:
Racionalismo e Incrementalismo
III.2. La otra racionalidad del análisis:
Majone
III.3. El análisis como proceso social:
Wildavsky
IV. A
manera de recapitulación
Introducción
La antología de Luís F. Aguilar
Villanueva (1992) promueve los
estudios de políticas públicas, en ella
se ofrecen ideas, métodos, técnicas, cuestionamientos y propuestas sobre cómo
contribuir desde la administración pública, la acción ciudadana y la academia,
a lo que se le llama con esperanza buen gobierno y convivencia civilizada. En
este texto, de la segunda antología, se
describen o prescriben estrategias de análisis y de decisión de políticas.
Propone
el debate sobre el incrementalismo, como
propuesta para la elaboración de las políticas. El trasfondo del texto es la
discusión sobre las relaciones deseables
entre el análisis racional (científico
del proceso decisorio de las políticas con criterios de eficiencia técnica y
eficiencia económica) y la concertación política (dimensiones valorativas y políticas
inherentes a toda decisión de gobierno) en la decisión y desarrollo de una política.
Se aborda, asimismo, la cuestión de la factibilidad (organizativo-administrativa,
viabilidad política) como complemento de los necesarios análisis de
eficiencia económica (operativa,
asignación de recursos, evaluación de programas, planeación y presupuestación,
elección estratégica.
Un tema trascendental tanto en la Ciencia Política
como en la
Administración Pública es el estudio de las Políticas
Publicas (decisiones acciones), abarcando desde su planteamiento (formulación),
análisis (argumentativo), evaluación y su posterior implementación (gestión,
ejecución). Se comprende que para el desarrollo de cualquier Estado es
indispensable contar con Instituciones realmente eficaces que sepan captar los problemas
-las demandas- de los ciudadanos, a través de sus diferentes
organizaciones (aparatos del Estado), pero lo realmente eficaz y preponderante
es resolver los problemas presentados con reformas que den solución y con
Políticas Públicas muy bien implementadas.
En el presente trabajo, el
propósito es dar a conocer que son, como se elaboran (formulan), quienes
participan y como se evalúan las Políticas Públicas y conjuntamente hacer un
análisis y critica a las mismas interrogantes pero en el caso mexicano.
Se pregunta ¿Por qué analizar las
políticas públicas? Se percibe que el desarrollo de un país va a depender solo
y solo si, tiene la capacidad estratégica y administrativa para implementar
políticas que ayuden al desarrollo de la plena convivencia social, política y
económica de los diversos actores, políticos y sociales, que participan en la formación de un Estado,
se refiere a los ciudadanos, instituciones, organizaciones y autoridades; solo
esta plena convivencia dará la estabilidad en el sistema político, social y
económico que por consecuencia habrá un impulso a un desarrollo suficiente para
situar a los países en buena posición con respecto a sus competidores en el
ámbito mundial.
Por tanto las políticas públicas
son, sin duda alguna, la parte ejecutora de la Administración Publica,
Políticas Publicas sanas, eficientes y que respondan a los problemas sociales
darán como resultado un Estado con administración capaz de enfrentar con
seguridad cualquier adversidad venidera.
Estudio introductorio
Inicia
este texto, Luís F. Aguilar Villanueva,
no deja de ser extraño el hecho de que el proceso de elaboración de las
políticas, la hechura de las políticas,
haya sido comparativamente poco estudiado. Pocos fueron los campos de acción
social que escapan al impacto de los gobiernos. Sin embargo, la manera como los
gobiernos deciden y desarrollan sus políticas públicas, su proceso, patrón y
estilo de decisión y operación, quedaron sin investigación sistemática.
I.
El olvido teórico de la elaboración de la política
Muchas razones, históricas y
teóricas, explican el descuido y hasta el olvido de la hechura de las políticas, En la perspectiva de la ciencia
política estándar el proceso de gobierno y, más singularmente, el
proceso de decisión y puesta en práctica de las políticas no ocupó nunca
centralidad alguna. Las teorías sistémicas, marxistas, elitista o
pluralista explicaban las decisiones de gobierno desde fuera del gobierno mismo. El secreto
de la decisión y su efectuación radicaba en fuerzas y estructuras sociales,
exteriores y superiores, que determinaban exhaustivamente la materia y la forma
de decisión.
La
estructura económica, el conflicto de las clases, el interjuego de los grupos
de interés, el comportamiento del entorno social o cultural del sistema
político… eran los factores para dar cuenta de por qué los gobiernos
decidían de la manera en que lo hacían. El gobierno carecía de
iniciativa propia, no tenía la capacidad de elegir sus propósitos y
acciones. Demasiado tarde se reconoció la “autonomía
relativa” del gobierno como para revertir la tendencia dominante, destacar la
especificidad e importancia de la elaboración de las políticas y reconocer su
causalidad propia en el conjunto social
y en el proceso político. Hoy parece que la comunidad científica está más
dispuesta a concederle un mayor margen de maniobra a los gobiernos, nacionales
y locales, obviamente sin recaer en oportunismos decisionales.
En
suma, la hechura de la
política no tenía autonomía para la ciencia política convencional y, en
contraste, tenía toda la autonomía para la administración pública. El resultado
final, en ambos casos y por diversas razones, era que el proceso decisorio de
la política se volvía un objeto de estudio externo y marginal al corazón de las
dos disciplinas.
El determinismo social
de la política daba intelectualmente por descontado el sentido, el instrumental
y los efectos del proceso decisorio de una política. Fue alto el precio pagado
por causa del descuido teórico del proceso de elaboración de las políticas. El
crecimiento del Estado y la expansión de su aparato gubernamental fueron
señal de que los grandes actores y poderes sociales, a cuya dinámica
(constructiva o conflictiva) supuestamente se sometían las políticas, eran
incapaces de resolver muchas cuestiones sociales y, en el fondo, incapaces de
garantizar el orden y bienestar público.
Sonaba irónico llamar
al Estado social o socialista o al
gobierno “instrumento de la clase dominante o de la clase revolucionaria,
cuando protagonizaba incontenible la acción colectiva. Los desaciertos de
muchas políticas gubernamentales, por exceso de autonomía, están a la vista y
en la memoria.
Hoy, en contraste, parece que la decisión de las políticas comienza a
colocarse en el centro de la teoría política y administrativa.
No todo es un asunto
público, como para que todo sea política, programa de gobierno y materia administrativa.
II.
En busca de la noción de política
Los acercamientos
–enfoques- a la definición de política (policy) suelen ser de dos tipos en la
literatura: descriptivos y teóricos. En la construcción de la definición
descriptiva, el debate se centra en la cuestión de si la política sea sólo la decisión (de gobierno) o implique algo más.
En la construcción teórica las posiciones varían según la teoría
politológica o según las conjeturas básicas con las se explica la ocurrencia de
la política.
II.1. La noción
descriptiva de política
En
la definición descriptiva, hay unanimidad en reconocer e incluir su aspecto
institucional: se trata de la decisión de una autoridad legitima, adoptada
dentro de su campo legítimo de jurisdicción y conforme a procedimientos
legalmente establecidos, vinculante para todos los ciudadanos, y que se expresa
en varias formas: leyes, sentencias, actos administrativos… Sin embargo, las
diferencias de componentes y énfasis en la definición se ponen de manifiesto
apenas se incorporan los aspectos políticos, administrativos, conductuales, que
resultan de otras maneras de ver la política, más allá de jurisdicciones
formales, reglamentos y órdenes.
Para
Heclo, (1972:85), la política no es
un fenómeno que se autodefina, sino una categoría analítica. Es el análisis
el que identifica su contenido, no los dichos del decidor de la política ni
las piezas de la legislación o de la administración. Existe no por intuición
sino por interrogación de los fenómenos políticos.
Aguilar hace un resumen de los diversos
significados del término “política” se encuentra en Joan Subirats (1989) y
en Hogwood-Gunn (1984). Puede denotar varias cosas: un campo de actividad
gubernamental (política de salud, educativa, comercial), un propósito
general a realizar (política de
empleo estable para jóvenes), una situación social deseada (política de restauración de los centros históricos,
contra el tabaquismo, de seguridad) una propuesta de acción específica (política
de reforestación de parques, política de alfabetización de adultos), la
norma o las normas que existen para una determinada problemática (política
ecológica, energética, urbana), el conjunto de objetivos y programas de acción
que tiene el gobierno en un campo de cuestiones (política de productividad agrícola,
de exportación, de lucha contra la pobreza extrema)
Las
definiciones arrojan los siguientes componentes comunes:
a)
institucional, la política es
elaborada o decidida por una autoridad formal;
b)
decisorio, la política es un
conjunto-secuencia de decisiones, relativas a la elección de fines y/o
medios, de largo o corto alcance, en una situación específica y en
respuesta a problemas y necesidades.
c)
Comportamental, implica la acción o
la inacción , hacer o no hacer nada; pero una política es un curso de acción
y no solo una decisión singular;
d)
Causal, son los productos de
acciones que tienen efectos en el sistema político y social
Una
definición recapituladora de política
es: reglamentos y programas gubernamentales, considerados individualmente o en
su conjunto, esto es, los productos de las decisiones de autoridad de un
sistema político. Puede tomar la forma de leyes, órdenes locales, juicios de
corte, órdenes ejecutivas, decisiones administrativas y hasta acuerdos no
escritos acerca de lo que se debe hacer.
Por
política suele entenderse un conjunto o secuencia de decisiones más que una
decisión singular acerca de una acción de gobierno particular. Algunos la
entienden como decisiones de fines y preferencias y la distinguen de las
decisiones relativas a los medios para alcanzar los fines. Otros, en contraste, consideran que la
política incluye los medios y los fines.
En algunos contextos denota decisiones de objetivos de largo plazo o
directrices generales de acción gubernamental que guían las acciones de corto
plazo en situaciones específicas. (Plano et al, 1973: 311)
En
primer lugar, una política es un comportamiento propositito, intencional,
planeado, no reactivo, casual. Se pone
en movimiento con la decisión de alcanzar ciertos objetivos a través de ciertos
medios: es una acción con sentido. Por su carácter propositito, referido a las,
realizaciones de objetivo, la política denota las intenciones de las
fuerzas políticas de los gobernantes, en
segundo lugar, no es la simple decisión deliberada del actor gubernamental: la
gran decisión en la cúspide del Estado.
Hay
que incorporar las muchas y diversas decisiones de los muchos actores participantes, gubernamentales y
extragubernamentales, que en
sus diversas interacciones han preparado
y condicionado la decisión central, le dan forma y la llevan después a la
práctica, haciéndola y rehaciéndola, con el resultado muy probable que los
resultados finales no se asemejen a las intenciones y planes originales.
La
política es un proceso, un curso de
acción (Friedrich, 1963:79), es un conjunto de acciones. En efecto, una
política es en un doble sentido un curso de acción: es el curso de
acción deliradamente diseñado y el curso de acción efectivamente seguido. Por
una parte, la política que se decide y se quiere llevar a cabo es básicamente
un conjunto interrelacionado de acciones que, en razón de los recursos con los
que cuentan los actores, los medios que emplean y las reglas que siguen, es
considerado idóneo y eficaz (eficiente) para realizar el estado de cosa
preferido.
Aguilar percibe que la política es entonces una
estrategia de acción colectiva, deliberadamente diseñada y calculada, en
función de determinados objetivos. Implica una serie de decisiones a adoptar y
de acciones a efectuar por un número extenso de actores, puede distanciarse de
la estrategia intencional de acción colectiva, diseñada y organizada por la
autoridad estatal. Supuesta su institucionalidad, la política es, en suma:
a) el diseño de una acción colectiva intencional, b) el curso que efectivamente
toma la acción como resultado de las muchas decisiones e interacciones que
comporta y, en consecuencia, c) los hechos reales que la acción colectiva
produce.
II.2.
El concepto teórico de política
El
acercamiento teórico a lo que realmente es una política pública es tan decisivo
como variado. Las teorías politológicas mayores, a partir de sus teoremas
sobre el poder, el consenso y el conflicto, son determinantes. Quien,
cómo y para qué detenta el poder político colectivamente vinculante, a la base
y al margen de la autoridad estatal formalmente constituida, ha sido la
pregunta central y recelosa de la ciencia sociología política.
Si
las políticas en sus diversas formas reglamentarias, presupuestarias, administrativas,
sean producto de la dominación de clase (bloque en el poder), de los
ajustes mutuos entre los grupos de interés (corporativos o pluralistas), de
la hegemonía de una élite (tradicional o modernizante) del peso
irresistible de las metrópolis sobre periferias indefensa…etc. Todo esto va a
depender del cuerpo teórico desde el cual el investigador-analista construya
sus conceptos, hipótesis y procedimientos de prueba.
I.
El análisis y la decisión de las políticas
Muchas son las preguntas en torno al
análisis de políticas. Averiguar cómo se efectúa el análisis, cuáles son los
posibles tipos de análisis, qué cosa quiere realmente logra el análisis, y si
es capaz de efectuar lo que dice y pretende, son alguna de las varias
cuestiones importantes. Pero la pregunta básica es la que concierne a la naturaleza misma del análisis
de la política: qué es, en qué consiste.
¿Es
un análisis económico, cuantitativo,
preocupado sólo por la asignación eficiente de los recursos públicos, o incluye
también aspectos institucionales, administrativos, éticos y políticos?
¿Es sólo un ejercicio de acción
racional, que se orienta a la maximización de las funciones deseadas, o incluye
otras consideraciones que se pretenden también racionales, aunque sean
equivalentes a la noción de eficiencia técnica y económica?
Las
respuestas serán diversas según las varias concepciones y expectativas que
se tengan de la política, de lo deben
ser las relaciones entre razón y política, entre el análisis y la decisión
pública. Y, vistas las cosas a fondo, el carácter de las respuestas
dependerá de las varias concepciones y apreciaciones que se tengan acerca de
las funciones, ámbitos y modos de intervención del Estado.
Al
revisar la literatura del análisis de políticas, Aguilar percibe que se puede observar
que hay dos posiciones extremas en lo que se refiere a la naturaleza e
instrumental del análisis y al papel que puede o debe jugar en la formulación
de la política. Aquí, como en otros
campos, se repite la polémica entre una “noción
racional” y una “noción
transaccional” de la política.
En un extremo, se
ubica la visión racional estricta del análisis que reconoce la
existencia de diversas restricciones pero sin renunciar a la exigencia de la
racionalidad máxima posible en la formulación y
decisión de la política. En el extremo opuesto, se ubica la visión
negociadora, concertadora, pragmática de la política, que utilizará táctica
o casuísticamente el análisis.
III.1. Las dos corrientes de análisis:
Racionalismo e Incrementalismo
Después de la Segunda Guerra Mundial, se
llamó “análisis de políticas” a
la propuesta y/o a la actividad de
mejorar las decisiones (logísticas, bélicas, económicas, asistenciales), de
políticas mediante la incorporación sistemática de teoría y método científico (diseño, método cuantitativos y supuestos
teóricos de comportamiento racional de los sujetos) más allá de la experiencia,
la intuición, la costumbre o la ley.
Aguilar dice: las
políticas públicas podrían ser, tal vez, decisiones complejas y conflictivas,
pero no eran esencialmente diversas en sus partes, pasos y
requerimientos. En efecto, descomponer
un problema de política es sus componentes básicos y estructurarlo, determinar
cuáles serían los componentes a alterar y establecer así los objetivos de
acción, identificar las posibles opciones de acción para efectuar los
objetivos, compararlos en términos de su eficacia-eficiencia esperada,
utilizando técnicas de modelación y calculo cuantitativo (es decir,
entendido positivamente, “método científico”. Este es el esquema de decisión
racional o de solución racional de problemas
Esto es, se evoca el análisis microeconómico
de costo-beneficio y costo-efectividad, el análisis de sistemas y el de de la
investigación de operaciones, con su técnicas y procedimientos lógicos-cuantitativos
de maximización mediante la programación lineal, teoría de juegos y colas,
simulación…
Quade
(1975:22) pionero del “análisis de políticas, defensor del enfoque
cuantitativo, pero también sensible a sus alcance y limitaciones, describe la
situación: la investigación de operaciones busca contribuir a realizar objetivo dado de la
mejor manera; el análisis de sistemas (que es una investigación de
operaciones) busca lo mismo, pero de
manera más económica; con equidad, más inclusiva y abarcante, por cuanto
comporta consideraciones de economía e investiga la interacción entre los fines
y los medios.
El
“análisis de políticas” puede
entenderse como un análisis de sistemas
inclusivo y comprehensivo, pero con el añadido de que se interesa por
los impactos distributivos de la política. Más aun, presta mayor
atención a la implementación y a las consideraciones políticas y
organizacionales. Quade no diferencia.
En efecto, el análisis de sistemas es un enfoque sistemático que ayuda al
decidor a escoger un curso de acción mediante la investigación integral de su
problema, la invención de sus objetivos y opciones de acción, la constratación
de las opciones a la luz de sus consecuencias, el uso de un marco de referencia
posiblemente analítico para aplicar intuición y juicio calificado al problema
en cuestión (de factores sociales y político)
En
esta visión, el análisis de políticas es una estrategia de solución de
problemas o de realización de objetivos, que procede estrictamente según
criterios racionales de eficiencia técnica y eficiencia económica.
Contra
este esquema canónico de análisis y
decisión racional reaccionó Lindblom (1959, 1963, 1979).Su contrapuesta
ampliaba las tesis de racionalidad limitada (cognoscitivos de información) de
Simón (1945) y las de “sociedad abierta” (refutable por definición, apoyados en
evidencias inconclusas, carecen de validez) e “ingeniería social gradual” de
Popper (1945) que critica la fundamentación inductiva de la ciencia.
Lindblom
recogió y rehizo estas dos posiciones, al afirmar que los gobiernos
pueden decidir racional y responsablemente frente a los problemas públicos sin
tener que comprometerse con los supuestos y requisitos de la racionalidad
omnicomprehensiva (teorías causales y modelación matemática del
comportamiento), que hipotecaban el análisis de políticas dominante y la
planificación.
Lindblom propone un MODELO DE ANALISIS DE POLITICAS:
Las hechuras de políticas se dan en
una dinámica de sucesivas comparaciones, cotejos y aproximaciones hacia los
objetivos deseados que van cambiando a la luz de las nuevas consideraciones de
la dinámica social involucrada.
Base del modelo: en un gobierno con
abierta competencia de ideas e intereses lo adecuado es: corregir, ajustar,
adaptar y/o reformar la "última política" disminuyendo la
probabilidad de catástrofe y queda abierta la posibilidad de corregir los
errores.
Lindblom es el tronco teórico básico
en el análisis de políticas, posteriormente se desarrollan Wildawsky y Majone.
III.2. La otra racionalidad del análisis:
Majone
Propone un MODELO DE ANALISIS DE POLITICAS:
Una concepción dialéctica (discurso
crítico).
Un modelo con carácter
"artesanal" en el análisis de políticas.
El analista elabora y articula: evidencias,
argumentos, persuasión, razones, informaciones y teorías para lograr el
consenso y desde aquí convertir un análisis en política real y efectiva.
El analista y su equipo utilizan el
poder, la influencia y la negociación entre los grupos políticos y de presión
por un lado, y por otro, el debate y la argumentación entre los elaboradores de
políticas como entre los ciudadanos en tanto discusión pública, este juego
antitético y sintético es el tamiz de donde emerge "la política".
Los planteamientos de
Majone se ven reflejados en la responsabilidad que le cabe a los actores
políticos a lo largo de todo el proceso de implementación, las etapas de acción
y los estudios de impacto, en razón de que en cada momento deben estar
persuadiendo y logrando consensos que devendrán en una política real.
III.3. El análisis como proceso social:
Wildavsky
Wildavsky sostiene que el análisis de
las políticas públicas consiste en hallar "un problema sobre el cual algo
pudiera o debería hacerse"
Propone un MODELO DE ANALISIS DE POLITICAS:
Un proceso de "creación de
problemas públicos".
La formulación del problema no es el
primer paso sino el último del análisis.
El análisis consiste en encontrar un
problema que pueda ser resuelto por los ejecutivos con nivel de toma de decisión
sobre la base de variables controlables y tiempo disponible.
Contrastar los "objetivos
deseados" con los "recursos disponibles" intentando dar una
solución a la situación indeseada.
Confrontar lo "ideal" con lo
"real" de un problema público, es decir, lo que se querría hacer, lo
deseable, con lo que se puede hacer, lo posible, concordar lo que la sociedad y
el gobierno pueden en efecto remediar, modificar y/o resolver.
Definir el problema público es
encontrar el equilibrio entre los "hechos" y los "medios"
que posibilitan el logro de los objetivos.
Se deben considerar en forma conjunta:
Recursos - Objetivos
Medios – Fines
Los postulados de
Wildavsky encuentran su concreción tanto en la puesta en marcha en etapas
cronológicamente diferenciadas de los objetivos deseados en función a los
logros alcanzados con los recursos disponibles, como las formulaciones de los
problemas a resolver en las sucesivas etapas, formulaciones que pasan a ser
pseudoproblemas pues ya tienen por los estudios y análisis previos realizados
sus correspondientes soluciones.
II.
A manera de recapitulación
Todo este recorrido
por las nociones del análisis de políticas, buscando saber en que consiste,
cuál función y alcance se le atribuye, cuáles procedimientos emplea, cuáles los defectos y desvíos a evitar, puede
que se trate se variaciones sobre el tema clásico de relación entre razón
(ciencia) y política. Lo son, pero son variaciones en términos más concretos y
que se orientan a la solución de problemas reales que tienen lugar en las comunidades
políticas.
Simplificando, la
literatura se puede decir que hay dos tendencias extremas, una, la que
se inclina a intelectualizar el análisis y la formulación de las políticas y la que
se inclina a menospreciar el análisis y dejar la decisión al juego y arreglo
de los poderes.
La primera
tendencia estaría representada por el análisis de sistema, el análisis
de costo-beneficio y costo-eficiencia, la investigación de operaciones, con
todo su arsenal de modelación y cálculo cuantitativo, y sus aplicaciones
más delimitadas de la planeación, programación, presupuestación y gestión.
Con razones, válidas para el sector
público, su foco de atención es la eficiencia económica y técnica de las
políticas y su objetivo es
producir recomendaciones normativas correctas a la luz del
criterio de racionalidad y causalidad del actuar.
La
segunda tendencia estaría representada por todo el conjunto de
politólogos que, con referencia a las teorías pluralistas,
(neo)corporativistas, de élites y clases,
consideran que el análisis es sólo un elemento de entre los muchos
que intervienen en el proceso de elaboración de una política.
Como elemento de juicio es
frecuentemente importante el análisis en el debate de los problemas públicos
complejos, pero ocupa un lugar secundario respecto de las transacciones entre
las fuerzas.
El “ajuste mutuo” entre los grupos de interés guía y usa
el análisis y decide la política.
Añade Aguilar, que el
pragmatismo y el concertacionismo permiten la irracionalidad decisoria, bajo la
forma de dispendio y desempeño administrativo, además de consagrar la política
miscelánea de presión como método para plantear problemas y encontrar
respuestas.
Consciente de los defectos,
límites y riesgos de la posición técnica y política del análisis, han surgido buenas
tesis intermedias que quieren conciliar las ventajas y bondades de los
extremos.
Bajo
la metáfora pertinente del “arte y la artesanía” quieren integrar el análisis
de eficiencia en el horizonte mayor de la política. Pero ésta no es entendida
resignadamente (es decir, pluralista, corporativa, elitista o clasistamente)
como la fatal situación de relaciones de fuerza, mercado de posiciones y
ganancias o transacciones de intereses. Por lo contrario, con sonoridad
liberal, política significa discutir, ofrecer razones, argumentar, persuadir,
convencer, llegar a acuerdos aun si parciales y de carácter temporal.
En
conexión, consideran a la política como un proceso de aprendizaje colectivo
para aumentar la capacidad de resolver problemas por parte de una comunidad.
En esta visión abierta de la política, el análisis para
la toma de decisiones recupera su sentido, pero es integrado al proceso de la
interacción política.
Persuadir
se vuelve el componente clave del análisis.
Hay
que armar un análisis que pueda ser convincente a los que están interesados en
resolver un problema, pero no por que fue confeccionado a la medida de los
deseos, prejuicios y gustos de los demandantes o los gobernantes.
Concluye Aguilar, se trata de una actividad
convincente de pedagogía pública, que a contraluz de los errores y
extravíos de las decisiones públicas pasadas induce modificaciones en los
deseos y las percepciones, en las expectativas y los instrumentos de la
ciudadanía y gobierno. Por consiguiente, un análisis que puede transformar las relaciones
sociales, institucionales, patrones culturales.
En suma, el análisis de políticas
pierde su habitual mesura y sueña su utopía social. Pero, el análisis de
políticas quiere contribuir a decisiones que hagan de la política y del gobierno
instituciones productivas, que ensanchen en lugar de estrechar el ámbito
de lo colectivamente deseable y factible.
Ello significa una visión rigurosamente teórico-técnica
del análisis, pero en comunicación con la ciudadanía.
Con un sitio en el corazón de la vida pública,
pero con buenas realistas razones.